Además de las lesiones cariosas nuestros dientes están sujetos a otra gran amenaza que no debe subestimarse si queremos gozar de unos dientes sanos: el desgaste dental.
El desgaste dental supone la pérdida irreversible de tejidos duros en la superficie externa del diente y engloba diferentes lesiones que pueden acabar arruinando nuestra dentadura. Habitualmente se atribuía esta pérdida a la abrasión y erosión causadas por el cepillado, pero actualmente se tienen en cuenta otros factores como las fuerzas oclusales.
Lesiones por desgaste de nuestro esmalte
La mayoría de estas lesiones se presentan con una sintomatología similar centrada en la hipersensibilidad al calor o frío, al dulce o al tacto, pero tienen particularidades que las diferencian.
1. Abrasión
Se da a causa del contacto de los dientes con sustancias abrasivas (propias de ambientes laborales donde se trabaja con sílice, cemento…), la interposición de objetos entre los dientes (costureras, músicos…) o un cepillado demasiado vigoroso, frecuente o prolongado junto con el uso de cepillos demasiado rígidos o dentífricos abrasivos. La apariencia inicial es la de un pequeño surco que en estado avanzado adquiere forma de cuña con paredes limpias, pulidas y brillantes de una coloración amarillo-marrón.
2. Abfracción
En este caso, la pérdida del tejido dentario se debe a fuerzas biomecánicas como la masticación. La fuerza ejercida tiene un componente vertical y otro horizontal que generan tensión y compresión. Mientras que durante la compresión la estructura del esmalte es fuerte, en las áreas de tensión resulta vulnerable, pudiendo inducir microfracturas que a largo plazo resulten en una pérdida del esmalte, dentina y cemento. Este tipo de lesiones de superficie áspera son profundas y estrechas, con bordes muy afilados y un ángulo cavosuperficial muy marcado.
3. Atrición
El contacto de las superficies dentales entre ellas mismas también puede provocar una pérdida progresiva de tejido dentario que puede producir una mínima incidencia en nuestra dentadura o bien volverse patológica en el caso de las personas con bruxismo, en los que se produce, entre otras consecuencias, una excesiva destrucción dentaria. Las zonas de desgaste aparecen lisas y pulidas y en los casos más extremos queda expuesta la cámara pulpar.
4. Erosión/Corrosión
La erosión también destruye gradualmente la superficie dental por la acción de agentes físicos no mecánicos (radiación) o químicos no bacterianos (alimentos ácidos, carbonatados, excesivamente ricos en frutas, fármacos como la vitamina C, el ácido acetilsalicílico, el hierro, los ácidos del tracto digestivo asociados a vómitos o reflujo…). La apariencia de unos dientes erosionados es mate y lisa y pueden aparecer cavidades redondeadas sin la rugosidad característica de la caries. En los casos más severos, se produce sensibilidad persistente. Técnicamente las lesiones causadas por agentes ácidos deberían denominarse corrosión en vez de erosión. Consumir moderadamente algunas sustancias, realizar un correcto cepillado con los elementos adecuados y usar férulas de descarga para el bruxismo pueden minimizar el riesgo de sufrir lesiones por desgaste.
Si tienes alguna consulta sobre cómo mantener tus dientes en perfecto estado te recomendamos que acudas a tu dentista de confianza.